Las formas del vacío: cartografía
En lo que al medio se refiere, esta video instalación se propone cristalizar las exploraciones transversales del espacio distribuido por el tiempo (el video) y del tiempo distribuido por el espacio (la instalación)
El video, protagonizado por una cuchara y por un espacio blanco sin otras coordenadas que los límites de aquel plano fijo en el cual se mueve, surgió de una investigación plástica sobre la base de una muy antigua concepción china de la pintura, donde es el vacío mismo él que se realiza en el lienzo, entre los elementos, y en el trazo mismo, donde se restituye el soplo vital que anima el universo. Ahora bien, esta concepción organicista del espacio que organiza estructuralmente la pintura es a su vez la que nos permite, al hablar del vacío como funcionalmente inacabado y como perpetuo devenir, de la noción de tiempo en la pintura: según este planteamiento, el chou-liu, la circulación universal entre todos los seres, es perpetuo y experimenta a su vez incesantes transformaciones internas, en una especie de “cosmogénesis continua en la cual el tiempo no sería sino el espacio en mutación y el espacio el tiempo momentáneamente en reposo.”[1] , lo que nos llevo a trasladar esta concepción al uso del video, una disciplina encaminada a organizar el espacio en el tiempo
Es este vacío interminable que materializa la cuchara al moverse y crear un espacio nuevo con cada movimiento de su cuerpo de inox, donde la luz se refleja en colores y formas provenientes de esta realidad ya inasequible que fue el momento de la filmación.
Por su parte, la instalación, género en el cual se asume por lo general la convivencia espacial de distintas temporalidades, en lo que a la producción y uso de le los materiales que la componen se refiere, nos habla siempre de sucesos ausentes, ya sean pasados o en potencia, para conformar a través de la mediación una nueva urgencia. El cuadro-pantalla formado por los restos de un suceso (el consumir) que son las bolsas de plástico conforma una especie de mapa de sucesos aislados en el tiempo pero contenidos en el mismo terreno del espacio de consumismo urbano. Una cartografía de individualidades anónimas en suma.
Por otra parte, desde un punto de vista semántico, este trabajo nace de la voluntad de subversión del signo, a partir del análisis de las relaciones formales y funcionales de los objetos que lo conforman. Partiendo del registro icónico al cual pertenece la cuchara (todo lo relacionado con los alimentos, y más con los líquidos) este signo hace referencia a esta “modernidad líquida” ampliamente comentada por el crítico Zygmunt Baumann, donde las cuestiones biográficas individuales que se debaten con los problemas sistémicos producidos por el capitalismo flexible imperante se resuelven generalmente en el culto colectivo de ir a comprar, materializando el ansia y la necesidad de certezas frente a la ingravidez de lo real, fluido, cambiante, impalpable e incontenible en una bolsa de compra.
[1] CHENG, F. Souffle-Esprit. Textes théoriques chinois sur l’art pictural.
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